Los comienzos de Slumber son comparables al inicio de la inconsciencia cuando uno se desliza en el espacio del sueño. A medida que las primeras oberturas rítmicas se diluyen, flotamos a la deriva sobre un remolino sensorial de imágenes en cascada, emitidas por las regiones inferiores de nuestra propia conciencia. Las visiones abstractas se fusionan suavemente en una textura sónica y se canalizan a través de la mezcla melódica de Oona Dahl y Amber Cox y la unión caótica que manifiestan mutuamente.
Hay que subrayar que el nivel de producción es intenso pero, en cambio, el cuidado de los sonidos que lanzan está a la altura de los que hacen las cosas porque quieren y con el tiempo que realmente necesitan. De ahí que se trate de producciones que al acercarte con detenimiento te quedes atrapado por el halo que desprende: raruno, singular y, aquí viene lo mejor, potente, magnético y bailable. Beats que marcan pero sin cargarnos , un toque oldschool (auténtico), sintetizadores algo excéntricos y un tono general más bien alegre y festivo, son algunas de las adjetivaciones que podemos sacarnos de la manga si queremos describir esta propuesta renovadora.
Cada track resume en este disco sus intenciones, buscando la novedad sin perder la nostalgia, que juega con el género pero sin caer en trucos previsibles, ni tampoco en la arrogancia de los que se enrocan en un género o manierismo para demostrar que tienen personalidad. Para alcanzar la simpleza y la lucidez se requieren, paradójicamente, experiencia y capacidad de saber liberarse de la limitación de los condicionamientos, y este "Technicolor" es una saludable muestra de ello.
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