El sello Joy Digital nos ha demostrado, en su largo recorrido, por una clara apuesta por una tipología de productores musicales, que si algo les caracteriza, es su irregularidad, centrados en su búsqueda de múltiples caminos inestables y que, capeando el temporal, cosechando éxitos e incorporando todo aquello que la experiencia les brinda, emergen como de sopetón con propuestas tan singulares y sorprendentes como lo es la de su propia trayectoria personal. Trabajan atentos para detectar cuándo es el momento de entrar en el estudio con los artistas para ponerlo todo patas arriba...
Hay que subrayar que el nivel de producción de estos chicos es intenso pero, en cambio, el cuidado de los sonidos que lanzan está a la altura de los que hacen las cosas porque quieren y con el tiempo que realmente necesitan. De ahí que se trate de producciones que al acercarte con detenimiento te quedes atrapado por el halo que desprende: raruno, singular y, aquí viene lo mejor, potente, magnético y bailable. Beats que marcan pero sin cargarnos , un toque oldschool (auténtico), sintetizadores algo excéntricos y un tono general más bien alegre y festivo, son algunas de las adjetivaciones que podemos sacarnos de la manga si queremos describir esta propuesta renovadora.
Hevi Levi busca la novedad sin perder la nostalgia, que juega con el género pero sin caer en trucos previsibles, ni tampoco en la arrogancia de los que se enrocan en un género o manierismo para demostrar que tienen personalidad. Para alcanzar la simpleza y la lucidez se requieren, paradójicamente, experiencia y capacidad de saber liberarse de la limitación de los condicionamientos, y este "No Landing Year" es una saludable muestra de ello.
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