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Equipo

Actualizado: 25 mar 2020

“Echo en falta que la gente se enamore de sus ideales”
Pic: Xavier Trilla
Pic: Xavier Trilla

En un momento donde se han agotado los discursos, pero también, las existencias. ¿Para qué seguir enfrascados en debates estériles circunscribiendo formas caducas del pensamiento de nuestros abuelos? ¿Para qué seguir proyectando y anticipando pensamientos y hechos que nunca se van a ajustar a la realidad? ¿Para qué, en definitiva, pensar de más y continuar viviendo un tiempo que no es el nuestro o seguir siendo alguien que no somos?

Estas son algunas de las cuestiones que se planteaban autores como David Foster Wallace, en torno al lenguaje y la realidad, una realidad mediatizada que nos configura por defecto, y que ahora están presentes, pero en forma de sonidos, en el último EP del productor chileno Equipo (Juan Cristóbal Saavedra): Fin de existencias, publicado bajo el sello danés Clang. Pasen, lean y déjense llevar por su música.


¿Qué te llevó a concebir el EP “Fin de existencias”? ¿A qué es debido el título?

Fin de existencias es un trabajo relacionado con la muerte y los finales en general. Es acerca de la actitud con la que enfrentamos el momento del final, de cómo asumimos que algo se acaba, de entender que no hay necesariamente un después, que no hay trascendencia de ningún tipo, ni en esta vida ni en hipotéticas vidas posteriores, por lo que nos vemos obligados a encontrar el sentido de nuestras existencias dentro de esta vida. Entonces, Fin de existencias sucede cuando se acerca el final y ya tenemos conciencia de él. Es un grito desesperado, catártico, antes de que todo se acabe.

Como todos mis trabajos, surge de experiencias personales que intento llevar a un lenguaje universal. Me he basado en el concepto de la inmanencia, donde el valor de la existencia es un fin en sí mismo, lo contrario a la trascendencia.

¿Por qué decidiste plantear un EP en clave reflexiva?

Normalmente mis trabajos son reflexiones acerca de las concepciones humanas de la realidad y del sentido de la existencia. A través de mi quehacer expongo y comparto mis inquietudes con el auditor.

Pensar y bailar no siempre se llevan bien. ¿Cómo consigues esta simbiosis?

Creo que el baile no se limita a la acción en sí misma: si hay goce y éste es profundo, no deja de ser una experiencia emancipadora. Este disco va más por producir una reflexión estando en movimiento que una a través de la contemplación. Además, está bien aclarar que este es un trabajo reflexivo y la reflexión se produce de distintas maneras, para mí es algo que involucra no solo el análisis de las experiencias sino también cómo éstas se relacionan con nuestras emociones. Entonces, bailar es una experiencia que se relaciona con nuestras emociones y que produce una catarsis. Cuando bailas y la música te lleva a otro estado, tu proceso cognitivo está completamente alterado, entras en un trance. Yo voy más por ahí.

Hay temas marcadamente bailables e intensos como “El Problema del Problema” que podrían hacer las delicias en los clubs y festivales. ¿A qué es debida esta orientación dentro de tu trayectoria? ¿Por qué esa relevancia al baile?

Cosas bailables he hecho siempre, la diferencia es que en este disco los tracks son intensos y muy enfocados a producir una catarsis a través del movimiento. La idea es que la música te lleve a darlo todo porque el fin se acerca. Si bien el disco es bailable, no está orientado a la pista de baile sino al movimiento en sí mismo, independiente del contexto. Para mí el disfrute de la música y la conexión con su lenguaje no tiene que ver con un lugar o una situación específica. Por ejemplo, la manera más habitual en que escucho música es en soledad y muchas veces en movimiento. Soy de la generación del Walkman y esta tecnología me ha marcado a nivel de escucha, quizás más que cualquier otra tecnología. Entonces, además de la escucha “estática” está la escucha en movimiento (cosa que la tecnología antes no permitía), pero no es un espacio de comunión, sino uno individual.

¿Qué nos podrías comentar de cada track? ¿Cuál ha sido la orientación que has marcado para cada uno?

Lo que hago es trabajar en tracks que van captando el espíritu del álbum, por lo que separarlos a nivel conceptual y musical me es muy lejano. La idea es construir una narración coherente que lleve al escucha por esta suerte de viaje interior.

A nivel de nombres, el primero y el último son frases incompletas, como Vivir en absoluto y Sin duda la tradición, donde el fin nos pilla mal parados cuando aún no hemos terminado la frase.

Entremedio, tenemos intentos de comunión como Fiesta conjunta, donde estamos todos reunidos de todas las maneras posibles. En El problema del problema el problema tiene extenso prontuario, mientras que Tensión entre lo hecho es un último mea culpa por la inconsecuencia de nuestras acciones.

Tu disco se mueve en la inmediatez y renuncia a la idea de planificar el mañana. ¿A qué es debido este pensamiento? ¿Cómo lo traduces en lenguaje musical?

No tiene que ver con el planear versus vivir en el presente (para eso Presente, mi disco de 2006 para el netlabel chileno Pueblo Nuevo), sino el sentido de la vida que estamos viviendo, más allá de vidas pasadas, futuras reencarnaciones o trascendencias de cualquier tipo.

Se trata de estar en el presente, pero a nivel de existencia y no de temporalidad. Para mí, inicio y fin no están asociados a un momento temporal específico, de ahí que Fin de existencias lo entiendo como el último baile antes de que todo se acabe, por eso es tan intenso. Un intento de llevar aún más cerca del final la era en que vivimos. Intensidad, densidad y catarsis. El último sudor y drama antes de que todo se acabe. Un grito de agonía.

¿Echas en falta más propuestas que aúnan mundos aparentemente tan contrarios? ¿A qué crees que es debido que estas fusiones no se produzcan con tanta asiduidad en países como España?

Lo que echo en falta es que la gente se enamore de sus ideales, en el ámbito que sea. Que el motor de sus acciones sea su pasión y no los probables resultados, como éxito, dinero o lo que sea parecido. Lo que se ha transformado en un fin es, en realidad, una consecuencia y ahí es donde creo está la confusión. Si partimos desde ese punto, se genera toda una distorsión que establece prioridades equivocadas, como el lugar que ocupa el hedonismo en la actualidad a falta de una dirección a seguir.

Y aquí es donde entra España, vendiéndonos su buena vida (y poca vergüenza). Lo que vende es lo que genera. Lo que la gente quiere aquí es pasarlo bien y punto. Y el “producto cultural” responde directamente a esa necesidad, sino no, no hay negocio. Ahí se genera el problema entre lo que es el arte y su valor intrínseco versus su funcionalidad, y sabemos que dentro de la estructura del capitalismo todo debe ser funcional, tiene que tener un sentido práctico, sino no sirve.

Tus composiciones narran historias muy visuales. ¿Te interesa trabajar otros lenguajes más allá del lenguaje musical?

Trabajo constantemente en otras áreas del arte, lo que a lo largo de los años ha enriquecido profundamente mi obra, ya sea a nivel performativo, visual o conceptual.

Nunca he sido un músico a la usanza, ni un productor de electrónica ni un dj, me siento más cómodo como un artista que va desarrollando su discurso con un material, en este caso con el material más inmaterial que existe, la música.

A lo largo de este tiempo, ¿qué períodos y estados de ánimo has atravesado a nivel creativo?

¡Muchos!, como creo que nos sucede a todos, sólo que al crear pongo el foco en mi duda existencial del momento, siempre ligada a mi emoción y vivencias.

En el videoclip se ve la degradación de unos amigos en una noche alucinada e inquietante, donde todo se confunde. Se percibe cierta crítica al desfase, al salir por salir. ¿A qué es debido? ¿Crees que vivimos en un mundo donde la “fiesta conjunta” se ha desvirtuado?

No creo que la fiesta se haya desvirtuado, creo que conserva su virtud cuando tiene sentido, cuando funciona como un momento de catarsis y comunión y cuando realmente te libera de algo, pero cuando se transforma en algo alienante y el objetivo sólo es la evasión, no la veo como un aporte a nada ni nadie. Eso no significa que esté haciendo un juicio moral de lo inútil, para mí una experiencia supuestamente inútil muchas veces ha sido mucho más útil que una a la que le viera un sentido de antemano. Con el video la idea es mostrar una realidad, la cual está enmarcada dentro de una extraña normalidad y creo que hay puntos a los que estaría bien darles una vuelta, como el machismo, la pertenencia a una tribu, el hedonismo y otras variantes del comportamiento humano que se ven reflejados en el video.

¿Por qué se decidió la perspectiva en primera persona?

Si bien es un asunto fortuito -así estaban grabados los vídeos-, esta perspectiva es la más fiel posible: la historia contada por sus propios protagonistas. O, por lo menos, la historia contada como sus protagonistas quieren que se cuente.

¿Cómo definirías el tema Fiesta Conjunta? ¿Y tu sonido?

Fiesta conjunta es duro, terrenal, retrofuturista y a ratos algo hortera. Se mueve en una delgada línea entre el buen y el mal gusto, terreno al que he dado rienda suelta en mis últimas producciones. Creo que el sonido de Equipo se caracteriza por las bases rítmicas en clave electro, estructuras minimalistas, armonías tensas y melodías sencillas. Aunque mi música no se distinga por sonar siempre igual (¡Dios me libre!), el común denominador suele ser la intensidad, profundidad y aspereza en constante tensión con un sonido emancipador.

A nivel compositivo, tu trabajo es muy artesanal, ¿cuáles han sido las herramientas, instrumentos, programas y máquinas que has utilizado y utilizas?

Lo de artesanal, ¿es porque suena hecho a mano o porque no alcanza a transformarse en un producto que cumpla con las normas ISO? Hago electrónica de autor, no soy productor de algún estilo específico, por lo que intento no regirme por convenciones. Por supuesto que no estoy aislado de lo que sucede a nivel tecnológico y si bien Fin de existencias y mis trabajos anteriores son 100% “virtuales”, tengo ganas de salirme un poco del ordenador para enfrentar la creación desde otro lado.

¿Qué referentes has tenido presentes a lo largo de la composición de tu último EP?

Varían todo el tiempo y no son estrictamente musicales. Ni siquiera puramente electrónicos o actuales. Intento ir recorriendo un camino propio y voy rescatando fuentes de maneras bastante azarosas, tanto como recibiendo inputs contemporáneos.

¿Cómo valoras tu momento actual?

Estoy contento por el hecho de manejar mi proyecto con mucha libertad y establecer mis prioridades de acuerdo a lo que quiero y siento, sin tener que responder a expectativas externas.

¿Sientes que has logrado una estabilidad y un sonido que te defina como músico?

El tener un sonido característico ha sido uno de mis objetivos principales desde el primer álbum. Fin de existencias es mi décimo trabajo y la gente me comenta que es claramente un disco de Equipo. Mi idea desde el principio fue que cuando la gente escuchara mi música pudiera identificar a la persona que hay detrás. Esto no significa que vaya a sonar siempre igual, sino que dentro de una constante evolución haya un hilo conductor, una paleta sonora acorde. Es como con las personas que conocemos bien: pueden tener días mejores que otros, pero somos capaces de reconocer su esencia.

Para concluir, ¿cuáles son tus proyectos presentes y futuros? ¿Hacia dónde se dirige Equipo?

Estoy trabajando en mi siguiente disco, paralelamente a mis habituales colaboraciones. Mi intención es seguir produciendo, probar otras maneras de hacer las cosas y, más que nada, concentrarme en el estudio de grabación.

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